viernes, 7 de agosto de 2009

Génesis de una vida


El 1 de diciembre de 1964 mi madre me había traído al mundo. No en una humilde casa de Villa Lobos con su arquitectura peculiar diferentes a todas las casas del mundo construidas de madera de palma y techo de canas y de suelo arenoso. Sí, en una sala de hospital público de Montecristi, donde mi madre acostumbraba tener a sus hijos.


Siempre crecí con la idea de que había nacido en 1 de diciembre de 1965. Sin embargo, con la información de que había un niño recién nacido para la Guerra de Abril de 1965, entendí que sólo podría ser yo. Así se acababan las especulaciones y las quejas de mis amigos y compañeros de andanzas de que yo tenía más edad que la que decía mi madre. Además, no era posible que si nací en diciembre de 1965 me declararan en julio del 65, es decir, siete meses antes de nacer.


Dos sucesos importantes en torno a la vida mi padre nos marcaron la vida para siempre. La muerte de Radhamés Cárdenas, esposo de mi tía Hilda y la presión de Aridia García para que mi padre asumiera la manutención de Erasmo Peña. Estos dos sucesos provocaron que mi familia afrontara el primer éxodo de tantos que el destino nos tenía reservado.


Así nací en el seno de una familia de tres hermanas y tres hermanos ya nacidos producto de la relación conyugal de Hipólito Peña (agricultor y ganadero) y de Consuelo Guzmán, una mujer emprendedora con aspiraciones de comerciante, pero sobre todo ama de casa. Contaba mi padre 40 años y mi madre 37 cuando vi la luz del mundo por primera vez.

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